Marcelo Kotliar: ¿un musical se adapta o se traduce?

De lunes a viernes, a las seis de la tarde, Marcelo Kotliar llega a su departamento en el barrio de Palermo después de cumplir horario como empleado administrativo en la empresa donde ficha desde hace trece años. 

Todavía, como muchas otras personas relacionadas con el arte, no puede dedicarse en tiempo completo a lo que más le gusta. Sin embargo, cada vez más el trabajo después del trabajo aumenta para este fanático del musical que atesora en las paredes y rincones de su casa cantidad de posters, libros, CD, discos vinilo y videos comprados en viajes o hallados en ferias y mesas de saldos. 

 "Aún no puedo vivir de esto", dice el adaptador de letras de canciones más convocado por los directores de teatro musical: en este momento, llevan su firma las canciones de Hello, Dolly!, Come From Away y Kinky Boots y muhísimos mas.

En uno de los estantes, cuatro estatuillas de premios Hugo declaran su exitosa participación en Mamma mia!, Asesinato para dos, Cita a ciegas y Priscilla, la Reina del Desierto, número que se triplica en cantidad de nominaciones. 

Títulos como Shrek (junto con Carla Calabrese), Casi normales, Chorus Line, The Rocky Horror Show, Vale todo, Dentro del bosque, Company, entre otros clásicos del musical, figuran en su lista de satisfacciones. 

Pero no todo es posible. "Habría amado hacer Sunset Boulevard, adoro ese musical -dice mirando el afiche en la pared con la imagen de Glenn Close- y El violinista en el tejado, por mis raíces. Me gustan los clásicos del género, ojalá me llegue Mi Bella Dama o más de Stephen Sondheim que siempre es un desafío. Todo lo que me dan me gusta. Las canciones de Hello, Dolly! las terminé en diez días, las sabía de memoria", dice Kotliar que reconoce a Enrique Pinti y a Gonzalo Demaría como grandes autores y adaptadores: "Los trabajos de Enrique en Los productores y de Gonzalo en Cabaret y, sobre todo, en Chicago, son impecables". 

Egresado de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido (UBA), subraya que no es traductor, sino adaptador, una tarea más autoral que técnica, porque los temas musicales requieren ajustes específicos propios de la métrica, el ritmo, la melodía y la acentuación pero nunca la literalidad.

Esta especialidad empezó como un juego, hace años, cuando integraba un grupo de actuación que montaba musicales en inglés. 

Un poco en broma, Kotliar traducía las letras, al mismo tiempo que audicionaba para musicales en la calle Corrientes. 

En 2001, se presentó para Grease, en el Astral, cuyo director musical era Mike Ribas, un conocido de la familia. "No le conté a mi mamá para que no se metiera. No quedé en el elenco. Después Mike terminó enterándose de que yo traducía canciones y me llamó para que hiciera una prueba porque tenía problemas con la adaptación. Lo hice y le gustó: no pude actuar en Grease pero adapté las canciones. 

Así empezó todo", dice sin dejar de reconocer a su mentor, que murió hace años: "Un gran tipo, me enseñó muchísimo del oficio". 

 Sin embargo, recién en 2006 volvió a tomarse en serio esta puerta que se abría con naturalidad. 

Un amigo, el actor Diego Hodara, le pidió si lo ayudaba con un music hall que proyectaba con sus tres amigas Laura Conforte, Déborah Turza y Romina Groppo. Era Amantes Odiosas, en Velma Café. 

No solo fue un exitazo con tres años en cartel sino que ahí conoció al músico Gaby Goldman, que lo recomendó para Rent: "Entonces, sí, puedo decir, que 'empecé'", dice sobre la obra de Jonathan Larson que se estrenó en el Konex en 2008. 

 A veces le toca adaptar libro y canciones como, por ejemplo, Quién retiene a quién, musical de Vinnie Favale y Frankie Keane. 

A su vez, trabajó con Carla Calabrese en Come From Away, de los canadienses Irene Sankoff y David Hein, el musical de Broadway nominado a varios Tony, en cartel en el Maipo. 

Pero, muchas veces, su foco son solo las canciones. Además de la lectura de las partituras y del libro completo -"porque las canciones son parte del libro, no algo aislado"-, consigue el disco del musical para escuchar lo que está escrito. 

"Trato de entender el sentido porque una buena adaptación no puede casarse con lo que dice el inglés, que es un idioma con otros vericuetos. 

El castellano es más extenso y complejo. Busco que se diga lo mismo pero a nuestra manera y que suene, que sea melodioso, que pueda cantarse sin forzar. 

Si la letra lucha contra la música algo está mal", dice. 

Para lograr esta inmersión en el material, estudió música, toca el piano, canta y lee todo lo referido al autor, biografías, artículos, críticas a la obra: "Todo enriquece la adaptación. Con el tiempo, además, se logra un músculo, ya sabés lo que suena. Hay frases que se me ocurren por la calle y las grabo en el celular o anoto en papelitos para no olvidarme". 

El resultado pasa primero por el filtro del director y después por el de los actores y actrices. 

Kotliar escucha las preferencias de todos, "siempre que sea lógico, claro". 

 También es compositor de canciones originales. Junto con Gaby Goldman, son autores de Por amor al Maipo, homenaje a Ethel Rojo, y de Wojtyla, el musical. 

Y con Ángel Mahler, escribieron Ana Frank, el musical, para inaugurar la sala del museo en Belgrano que recuerda a la niña víctima del Holocausto. 

"Es toda cantada. Es otro tipo de trabajo, no tenés la guía del original, hay que crear desde cero las situaciones. Es más estresante pero de mucho aprendizaje, un hermoso trabajo", dice sobre la obra. 

 Entre otros títulos adaptó Hermanos de sangre, Tommy, El Pacto, Falsettos, Los últimos cinco años,Hedwig and the Angry Inch. 

Tímido y de bajo perfil, dice que al actor de sus comienzos lo tiene un poco olvidado pero tal vez lo desempolve cuando tenga ganas. Por ahora disfruta del rol que la vida le puse por delante: para adaptar al castellano un musical en inglés, llamalo a Kotliar. Los últimos trabajos de Kotliar Hello, Dolly! Dirección de Arturo Puig. Kinky Boots, dirección de Ricky Pashkus. Ana Frank, el musical, dirección de Hernán Kuttel. Quién retiene a quién, dirección de Diego Ramos. Come From Away, dirección de Carla Calabrese.