El jazz, nacido en los albores del siglo pasado, reflejó un auténtico escenario emocional y tuvo todos los tintes de una revolución en la cual la comunidad negra a través de la música logró su más perfecta expresión.
El saxofonista Ornette Coleman sostenÃa: “El jazz más que una música de escalas y acordes es un canto al color y a la textura”.
A diferencia de otras músicas, el jazz, a pesar de una democrática fe en sus solos individuales, creó una música en la que lo primordial era el grupo, aunque es verdad que cada instrumento desarrolla un papel especÃfico en el que afirma también su independencia.
Los considerandos de la decisión del organismo internacional, en los que estuvo involucrado directamente el pianista Herbie Hancock, sostienen que el jazz rompe barreras y crea oportunidades para la compresión mutua y la tolerancia; es una forma de libertad de expresión que simboliza la unidad y la paz; reduce las tensiones entre los individuos, los grupos y las comunidades; fomenta la igualdad de género y refuerza el papel que juega la juventud en el cambio social; promueve la innovación artÃstica, la improvisación, la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas y estimula el diálogo intelectual y la integración.
Un dato central fue la decisión de la Unesco que al designar el 30 de Abril no puso el acento en ninguna fecha conocida dentro del jazz, ya sea nacimientos, defunciones o reconocimientos pasados.
Al parecer los guÃo la idea de que en sÃntesis el jazz se hizo entre todos esos artistas que intervinieron en su creación y sostenimiento.
Una sabia decisión en términos de no generar diferencias para un género que trascendió los nombres para convertirse en un lenguaje universal.
