"Aplausos" ("Applause").
Libro: Betty Comden y Adolph Green.
Letras: Lee Adams. Música: Charles Strouse.
Dirección general: Alicia Zanca.
Producción artística: Diego Romay.
Producción general: Alejandro Romay.
Dirección musical: Gerardo Gardelín.
Coreografía: Gustavo Zajac.
Elenco: Claudia Lapacó, Paola Krum, Miguel Habud, Roberto Catarineu, Luz Kerz, Juan Carlos Puppo, Nicolás Scarpino, Romina Groppo, Miguel Brandan, Diego Hodara, Christian Giménez, Débora Turza, Laura Conforte, Fabio Gigli, Alejandro Ibarra, Ariel Juárez, Carla Lanzi, Federico Lynch, Jorgelina Maglio, Carla Noval, Flavia Pereda, Verónica Pecollo, Noel Rodríguez, Martín Ruiz, Alejandra Simoes y Martín O´Connor.
Vestuario: Fabián Luca.
Escenografía: Jorge Ferrari.
Supervisión y gestión escenográfica: Valeria Ambrosio.
Luces: Marcelo Cuervo.
Peinados: Fabián Rodríguez.
Producción ejecutiva: Juanjo Ubiría.
En El Nacional, Corrientes 960. Duración: 135 minutos.
Estreno: 4 de junio de 2004.
Basada en la película "La malvada", una historia original de Mary Orr que protagonizaron Bette Davis y Anne Baxter.
En BAires la hicieron, en 1972, Libertad Lamarque y Marta González, pero no fue un gran éxito.
"Aplausos" es del tipo de comedia musical del que difícilmente se salga tarareando una canción. Pero eso no le juega en contra. Nacida en 1970, el mismo año en que Stephen Sondheim revolucionaba Broadway con "Company", una comedia musical cuya columna vertebral son el libro y las canciones puestas a su servicio. Betty Comden y Adolph Green han escrito textos de películas y obras subordinados a los números musicales, como "Cantando bajo la lluvia" y "On the Town", pero maduraron en textos algo más agudos al mejor estilo Sondheim como la pieza estelarizada en Broadway por Lauren Bacall y Anne Baxter.
"Aplausos" es del tipo de comedia musical del que difícilmente se salga tarareando una canción. Pero eso no le juega en contra.
Nacida en 1970, el mismo año en que Stephen Sondheim revolucionaba Broadway con "Company", una comedia musical cuya columna vertebral son el libro y las canciones puestas a su servicio. Betty Comden y Adolph Green han escrito textos de películas y obras subordinados a los números musicales, como "Cantando bajo la lluvia" y "On the Town", pero maduraron en textos algo más agudos al mejor estilo Sondheim como la pieza estelarizada en Broadway por Lauren Bacall y Anne Baxter.
Comden y Green han escrito varias obras que hurgan en la trastienda teatral. Pero en "Aplausos" van más allá: se meten en los sentimientos y las miserias de estrellas, artistas, coreutas, productores y cada una de las piezas que componen un espectáculo teatral. Sin embargo, no se trata de una obra pirandelliana, sino que va hilvanando la acción dramática -con muchos toques humorísticos- a través de los hilos de la ironía, la intriga y el suspenso. No deja muy bien parados a los actores, pero expone crudamente el inmenso ego que los engolosina cuando rozan el éxito. Es la historia de la primera figura Margo Channing que, en su edad madura, recibe con gratitud la presencia de Eva, una admiradora suya. La joven indefensa se va metiendo en su vida hasta sacar el máximo provecho y destruir a todos quienes la ayudaron. La adaptación de la película es fiel y los autores utilizan la música para inducir conductas y transiciones de estas criaturas tan vulnerables. Como se mencionó antes, las canciones están al servicio absoluto del libro y aunque no es la partitura más inspirada de Charles Strouse ("Annie", "Bye, Bye, Birdie"), Gerardo Gardelín siempre saca un buen partido como para demostrar que es uno de los mejores arregladores del género. Es del tipo de musical que fragmenta sus canciones con textos hablados y hasta fonemas ilustrativos (el cuadro "Ajústense los cinturones" es brillante). Aunque no se consigna quién hizo la traducción, es correcta y bien adaptada al lenguaje local sin traicionar la esencia.
La obra está circunscripta a una atmósfera setentista y los gestores de esta producción sacaron muy buen provecho de eso. Con esta puesta, Alicia Zanca se afianza como una directora sólida, con un criterio estético inusual y un conocimiento profundo de las necesidades del actor. En cuanto a lo primero, dotó a la puesta de una estética uniforme basada en colores vivos y furiosos, con un tono predominante en cada cuadro. Es aquí cuando se aplaude la mancomunión de las artes en un fin común: escenografía y vestuario están coordinados magistralmente. La escenografía se apoya en los elementos básicos y necesarios -sin pecar de superabundancia- y en los fondos urbanos gigantes. En tanto, el vestuario de Fabián Luca es brillante y detallista, con mucho complemento. Es interesante apreciar cómo sabe combinar las tonalidades entre los actores en una misma escena. La iluminación se destaca en los contraluces.
Lapacó: una estrella
En referencia a la dirección de actores, la labor de Zanca se evidencia en un elenco donde hay muy pocas fisuras. Sacó provecho de la intención y la intensidad de cada intérprete, sobre todo en las dos protagonistas. Sin duda, Claudia Lapacó está componiendo uno de los mejores roles de su carrera: un personaje que la consagra. En la piel de la diva Margo Channing se mueve en el escenario con seguridad, fuerza y decisión. Se ha encarnado en el personaje de tal manera que deja la certeza de que no hacen falta las divas verdaderas para componerse a sí mismas. Es una actriz con innumerables recursos que utiliza de manera justa y hace creíble la teoría básica del musical: cuando no alcanza con las palabras, se canta, y cuando el nivel emocional sigue creciendo, se incorpora la danza. Lapacó hace todo bien y certifica que el género necesita de actores.
Paola Krum, como su antagonista, también se afirma como actriz. Trabaja a su Eva con sutileza y es muy interesante la transición paulatina de su personaje. Es una pieza clave en la intriga de la obra y un movimiento en falso podría echar a perder más de una escena. Krum saca buen partido y brilla en el cierre del primer acto.
El elenco es sobresaliente y cada uno merecería un párrafo. Miguel Habud también hace aquí su mejor labor, con un buen manejo de la frialdad de su Bill y bien parado en el rol de galán seductor; Luz Kerz es medida y calza perfecto en su rol de Karen; Juan Carlos Puppo es rotundo y contundente en un personaje de peso, y correctos, Christian Giménez y Miguel Brandan.
Roberto Catarineu es comedia musical. Todo él es ritmo, tempo, intención y encarnadura. Excelente. Pero el párrafo aparte queda para dos jóvenes intérpretes: Nicolás Scarpino y Romina Groppo. El primero es desopilante en su rol de Dudú, el asistente gay de la estrella. Hace una machietta, sí, pero sin extralimitarse, y con gracia. Scarpino es un gran actor: sabe dónde agregar un gesto que pueda enriquecer la escena y cómo sacar partido de cada texto. Más en el plano musical, Groppo (ya había demostrado talento en "Drácula" y "El violinista...") descuella en el mejor número musical: el que le da título a la obra. Tiene encanto, canta, baila y actúa maravillosamente. El dúo que forma con Scarpino es brillante.
De la puesta de Zanca sólo es criticable el número de Stonewall. Desde lo musical es interesante, pero es algo obsoleto pensar que en un pub gay todos los concurrentes masculinos son extremadamente amanerados o aparentes camioneros, en el caso de las mujeres. A su vez, es objetable la ausencia de buenos arreglos corales.
Por último, la coreografía de Gustavo Zajac juega un lugar importante en esta versión. Apuesta a movimientos largos, circulares y articulables, con desplazamientos múltiples que la diferencian de las habituales coreografías del género. En suma: una comedia musical brillante, una historia sólida e intérpretes excelentes.