Regresa “Berlín en Buenos Aires”, un musical que indaga en la identidad con el Holocausto como oscuro trasfondo


Desde el 19 de Marzo, la obra presentará su cuarta temporada en Hasta Trilce. Infobae Cultura dialogó con el director y los protagonistas sobre la vigencia y resonancias históricas de la historia

Hay obras de teatro, músicas y libros que parecieran no pasar de moda, no perderse bajo la pátina de la obsolescencia. O tal vez solo sea cuestión de permanencia no solo por gusto –y no por moda–, sino, además, por la sensibilidad de los temas que tratan. Eso sucede con la obra musical Berlín en Buenos Aires, que estrenará su cuarta temporada el domingo 19 de marzo y que permite, por medio de la música, contar una historia que tiene al Holocausto como trasfondo.

Sin embargo, en esta pieza teatral hay más capas y temas que convocan, igual de dolorosamente vigentes. La historia se sitúa en la década del 40 en Berlín y tiene como protagonistas a dos artistas alemanes: Hanns (Fernando Migueles) y Helga (Jessica Schultz). Él es director de la orquesta del teatro de Berlín y colaborador del nazismo, y ella, judía, es una cantante que logra salvarse del exterminio gracias a que Hanns, enamorado de ella, le cambia la identidad y la convierte en una estrella del teatro. Tras la finalización de la guerra y Luego de la “caída de Berlín”, en 1945 huyen hacia Buenos Aires para trabajar como servicio doméstico en la mansión de un empresario alemán.

Hanns intentará recuperar sus vidas como artistas, pero para Helga, sin embargo, ya nada es como fue. Con profundidad y compromiso, desde la música, los dos personajes “bucean en los confines del ser y la identidad, entre los límites del amor y la supervivencia”, y dan cuenta de las consecuencias que implica el olvido para la memoria. Como describen los mismos artistas, manifiestan “la revolución que estalla cuando el pasado enterrado irrumpe sin control y rompe los débiles cimientos sobre los que el presente se apoya, diseñando un futuro incierto, impensado”.


Tal vez la empatía y la identificación generan interés por ver este espectáculo con una temática tan espinosa. Infobae Cultura dialogó con el director, Carlo Argento, y con los actores, Fernando Migueles y Jessica Schultz (además, autora).

—Estrenan por cuarta temporada ¿Cuál consideran que es la razón de la permanencia y vigencia de la obra?

—Jessica Schultz: Creo que el hecho de que sea una obra que habla del nazismo en la Argentina de 1946 y que los protagonistas sean dos artistas berlineses en Buenos Aires resulta atractivo. Más allá que el público no sabe que se va a encontrar con el vínculo de una pareja en la que se juega el poder de dominación de uno sobre otro, en la que se dirime el condicionamiento sobre el amor, la identidad y la libertad. Creo que es cautivante para el público el hecho de que la obra, siendo una pieza de teatro musical, es una obra dramática. Y nosotros como actores abordamos las canciones de una manera en la que son indivisibles de la situación en la que se desarrollan, como una continuidad de los conflictos que aparecen en cada escena. También el tema de la inmigración en Argentina es cautivante, siendo que muchos de nosotros somos hijos o nietos de inmigrantes y que las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial todavía pesan sobre las historias de nuestras familias.

—Fernando Migueles: El público fue siempre muy generoso con el espectáculo y lo recomendó mucho, tuvimos un muy buen boca a boca. Hay muchos atractivos que tiene la obra y son convocantes, el tema del nazismo en Argentina, la búsqueda de la identidad, la música que ejecutamos en vivo, el tratamiento que le damos a una relación tan conflictiva , la lucha del personaje femenino por liberarse, etcétera. En general, a la salida, el espectador sale conmovido y movilizado. Estamos muy agradecidos por el recibimiento del público.

—Carlo Argento: Las historias de amor, de inmigrantes, de la posguerra, sobre las raíces y la memoria, son temas que la gente valora, que tocan resortes personales, ligados a un pasado reciente. Y en este caso, enmarcado en un espectáculo en el que lo musical abraza el relato, conecta pasado y presente, te transporta a lugares a los que el espectador es un protagonista más de la historia.


—En la obra se hablar del ser y la identidad. ¿Consideran que esos son grandes temas para el arte y el teatro?

—J. S.: El ser y la identidad, sin duda, son solo algunos de los grandes temas de la humanidad, que traen de la mano otros temas, como la discriminación, la xenofobia, el antisemitismo, la lucha por la igualdad de derechos de todas las comunidades que forman el tejido social de un país. Sin duda que el arte y el teatro, como unas disciplinas más entre todas las que conforman las vías de expresión de una sociedad, tienen la responsabilidad, al menos yo lo siento así como artista, de echar luz sobre estos temas o al menos de hacernos reflexionar acerca de lo que permanece oculto.

—F. M.: Son temas universales. Creo que el arte, en general, y el teatro, en particular, nos invitan a mirar de otro modo esos grandes temas que nos conmueven a todos y sobre los cuales reflexionamos individual y colectivamente. Una buena obra de teatro para mí tiene que acompañarte a bucear en lo profundo para volver con nuevas miradas sobre lo cotidiano. Hacer que reflexiones, te conmuevas y puedas elaborar otras formas de ver el mundo.

—C. A.: Es a través del arte que debemos rescatarnos del olvido, recuperar las raíces, anclar en nuestra propia constitución, reflexionar sobre la memoria.

"Berlín en Buenos Aires" se reestrena el 19 de marzo (Foto: Josefa Fernández)
"Berlín en Buenos Aires" se reestrena el 19 de marzo (Foto: Josefa Fernández)
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—¿Cómo se construye una puesta que articula la música con un texto tan profundamente serio?

—J. S.: Puedo responderte como dramaturga. Cuando comencé a escribir el personaje de Helga Epstein/ Engels, iba seleccionando los temas a medida que iba construyendo las escenas. Te puedo dar un ejemplo, en un momento en el que en Buenos Aires recuerdan sus vidas como artistas en Berlín, antes de que Hitler asumiera el poder en 1933 y a partir de los condicionamientos del régimen, Hanns toca en el piano “La Boheme”, y Helga canta la canción mientras recuerdan que alguna vez fueron bohemios y libres. Esta canción de Charles Aznavour, si bien no es de la época –es posterior–, la incluí como un homenaje a la familia Aznavour, que recibió la Medalla Raoul Wallemberg por haber dado protección a los judíos perseguidos durante la ocupación nazi en Francia, además de porque es hermosa. Lo que dice la letra les recuerda sus propias vidas como artistas. Y así me fueron apareciendo el resto de las canciones.

—F. M.: Yo tengo primero una formación musical y después una formación actoral. Mi desafío es lograr unidad entre el músico y el actor. Y en esta obra mucho más el personaje tiene un arco dramático para recorrer, y por momentos eso incluye interpretar canciones al piano. Y siempre en distintos contextos. Puede ser actuando frente a invitados importantes o un ensayo más íntimo a solas. También por momentos expresa estados por los que pasa a través de la música. En fin, lograr unidad y fluidez en todo el recorrido. Y como siempre, verdad en escena.

—C. A.: La música es parte de la vida de los protagonistas, es su escape de la guerra, la excusa que los une. Ella es cantante, él pianista y director de orquesta. Las canciones no ambientan la obra. Las canciones forman parte de la historia, nos cuentan el pasado y presente de la vida de los personajes. Las interpretan, ya sea en el teatro de Berlín como en la mansión de Buenos Aires. Tienen una unión indisoluble con el texto, son parte del texto.

— ¿A la luz de los discursos feministas actuales, hay un rasgo de esa identidad que se posa sobre la pareja de los protagonistas en relación con una estructura social patriarcal?

—J. S.: Sin duda, el rol de la mujer en la sociedad alemana del Tercer Reich estaba condicionado por las leyes del nacionalsocialismo, que le asignaba a las mujeres el papel especifico de madre y reproductora de la raza aria, sometiéndola exclusivamente al cuidado del hogar y de la familia, reservando los roles de autoridad y dirigencia al género masculino. No es el caso de Helga, que ha sido obligada, junto con Hanns, a apoyar el régimen desde el escenario durante los doce años que duro el Tercer Reich. Sin embargo, Hanns ejerce sobre ella un absoluto dominio, convirtiéndola en la “Voz de Berlín”, en el emblema de la mujer aria pura, con un costo altísimo para Helga, que lucha durante su estadía en Buenos Aires por recuperar su autonomía, su identidad y su libertad. Por supuesto que esto, a la luz de los discursos feministas actuales, tiene una mayor resonancia en el espectador.

—F. M.: El contexto en el que se desarrolla la obra es completamente distinto al actual en materia de derechos adquiridos por la mujer, obviamente, pero ver ese avasallamiento de Hanns, mi personaje, por sobre Helga, el personaje de Jessica, invita a la reflexión sobre la libertad y la búsqueda de esta. El sometimiento que padece y cómo Helga lucha por recuperar su identidad y libertad también muestran que a pesar de lo duro que pueda ser, hay esperanza. Y que del peor infierno también se puede salir.

—C. A.: La figura del varón dominante es un rasgo evidente en el personaje de Hanns. Busca imponerse y controlar a Helga, hasta el punto de aseverar que sin él, ella no es nada. La subordina e invisibiliza, creando así una situación de desigualdad estructural.

* Berlín en Buenos Aires se reestrena el 19 de marzo a las 19 hs. en el teatro Hasta Trilce, Maza 177, CABA