Nunca intentó esquivar al espÃritu de Cáceres, el maquinista chileno que se ahorcó en 1985 en el techo del Maipo y cuya alma -juran- se hace oÃr cada noche.
Tampoco lo atemorizaba Radrizzani, el otro espÃritu al que no pocos sienten tras el incendio del teatro en 1943. Será que se alimenta del miedo y vivió toda su vida disfrutando del riesgo.
Apostó, ganó, perdió y volvió a apostar, hasta que llegó una pandemia paralizante y tuvo que parar.
VivÃa con 14 perros. Atina, Napoleón, Roma, Tritone, Magui, Pedro, Felipe, Juan Cruz y otros seis mastines napolitanos en una quinta de Moreno. PodÃa recibir como huésped a Julio Bocca, a Norma Aleandro, o a media farándula argentina, y llevarlos a pasear por esas ocho hectáreas cuya casona delineó el arquitecto Alejandro Bustillo. Imposible no sonreÃr si se pasaba por esa zona de paz en la que duerme su caballo, ese espacio surreal al que decidió bautizar La Isla del capitán Culo.
En la época de Oro del Café concert con Edda Diaz y Carlos Perciavalle
Un álbum de fotos lo muestra en Tailandia, con una serpiente (viva) como bufanda, o abrazando a un ratón (uno real, Toby) que "subÃa a escena" en El curioso incidente del perro a la medianoche. Lino no era excéntrico, era más bien hiper-sociable. Su especialidad: animalitos, artistas y manejo de egos bestiales.
Buen olfato e intuición
CorrÃa marzo de 2020 -casi seis décadas de sus andanzas en el rubro- cuando tuvo una corazonada. Estaba en España en gira con Les Luthiers y sintió que tenÃa que "levantar campamento, mandarlos de vuelta a tiempo".
Al pálpito le siguió una amenaza. "Me advirtieron de un juicio, de que iba a tener que pagar el lucro cesante. A los dÃas se canceló toda la actividad teatral", se reÃa del olfato entrenado, y contó el calendario 2022 de sus producciones, con Norma Aleandro (Mi abuela loca), con Ricardo DarÃn y Andrea Pietra (Escenas de la vida conyugal) y tantÃsimos otros. Proyectaba y soñaba como si no viviera en la Argentina.
Su historia es la de un optimista empedernido, la de quien ama la ruleta del arte.
Un álbum de fotos lo muestra en Tailandia, con una serpiente (viva) como bufanda, o abrazando a un ratón (uno real, Toby) que "subÃa a escena" en El curioso incidente del perro a la medianoche. Lino no era excéntrico, era más bien hiper-sociable. Su especialidad: animalitos, artistas y manejo de egos bestiales.
Buen olfato e intuición
CorrÃa marzo de 2020 -casi seis décadas de sus andanzas en el rubro- cuando tuvo una corazonada. Estaba en España en gira con Les Luthiers y sintió que tenÃa que "levantar campamento, mandarlos de vuelta a tiempo".
Al pálpito le siguió una amenaza. "Me advirtieron de un juicio, de que iba a tener que pagar el lucro cesante. A los dÃas se canceló toda la actividad teatral", se reÃa del olfato entrenado, y contó el calendario 2022 de sus producciones, con Norma Aleandro (Mi abuela loca), con Ricardo DarÃn y Andrea Pietra (Escenas de la vida conyugal) y tantÃsimos otros. Proyectaba y soñaba como si no viviera en la Argentina.
Su historia es la de un optimista empedernido, la de quien ama la ruleta del arte.
En 1975 tenÃa todo listo para estrenar El pequeño Marshall-Luz ilustrado, en el Nacional, y Ninà Marshall sufrió una aneurisma horas antes. Lino perdió más de medio millón de dólares. No serÃa la última vez. Menos de una década después quedó en bancarrota persiguiendo ese sueño que era ser dueño del teatro Bambalinas.
Con Julio Bocca y Nini Marshall
En aquel entonces, cuando llegó a la sala su socio le habÃa cambiado la cerradura y habÃa desmantelado el lugar. Lino tuvo que desprenderse del departamento de Viamonte y Ayacucho, quedó "en la lona", fue a ver a su madre y ella redobló la apuesta: le entregó las monedas de oro que eran de su marido para que las vendiera y empezara otra vez. Bajada y subida.
Terminó produciendo a Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla en el Regina. La historia familiar arrastraba ya ese ADN de subibaja, la cima y el barro. Los Patalano no iban por un resultado, fluÃan en el camino.
El padre del clan habÃa perdido siete casas en Italia, dinamitadas por los alemanes. Pasó de terrateniente a inmigrante con hambre. Pensaba rumbear a los Estados Unidos pero terminó en la Argentina. Lino es la abreviatura de Pasqualino. En su DNI figura como Pasquale Cósimo Patalano.
Su nombre se explica por el dÃa de su llegada al mundo, el 21 de abril de 1946, en plena Pascua.
En aquel entonces, cuando llegó a la sala su socio le habÃa cambiado la cerradura y habÃa desmantelado el lugar. Lino tuvo que desprenderse del departamento de Viamonte y Ayacucho, quedó "en la lona", fue a ver a su madre y ella redobló la apuesta: le entregó las monedas de oro que eran de su marido para que las vendiera y empezara otra vez. Bajada y subida.
Terminó produciendo a Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla en el Regina. La historia familiar arrastraba ya ese ADN de subibaja, la cima y el barro. Los Patalano no iban por un resultado, fluÃan en el camino.
El padre del clan habÃa perdido siete casas en Italia, dinamitadas por los alemanes. Pasó de terrateniente a inmigrante con hambre. Pensaba rumbear a los Estados Unidos pero terminó en la Argentina. Lino es la abreviatura de Pasqualino. En su DNI figura como Pasquale Cósimo Patalano.
Su nombre se explica por el dÃa de su llegada al mundo, el 21 de abril de 1946, en plena Pascua.
Hijo de la posguerra, el parto de su madre ocurrió en una habitación en la que la mujer pujaba mirando el inútil sentido del dinero: como no habÃa pintura, usaron billetes ya sin valor como empapelado. Lino entendió temprano que la plata es un insólito juego de papelitos de colores que hoy pueden faltar y mañana sobrar. Y viceversa.
Con Liza Minnelli a quien produjo en su primera actuación en BAires
Don Patalano padre llegó a Buenos Aires dos años antes que el resto de la familia. Mandó a llamar a su esposa, su hijito Lino de tres años, y otras dos hijas, y todos abandonaron Gaeta, Lazio, y atravesaron el rÃo Po nevado antes de embarcarse en la tercera clase de un trans-oceánico. En Buenos Aires, apenas asomó a la cubierta, la madre del niño se decepcionó con las aguas turbias: ¡Questo é un fiume (un rÃo) di merda!
El ebanista que coleccionaba estrellas
Lino de gira con Julio Bocca en Bangkok, en PekÃn, en Moscú, en Siberia. Lino en la India produciendo a Facundo Cabral. Lino en las pirámides de Egipto. Lino, Lino y Lino en lugares recónditos.
Con Enrique Pinti
Pudo haberse ido cien veces a otra parte y de modo definitivo, con su entusiasmo para las inversiones a cuestas, pero no. Algo encontró en estos pagos que no se repitió caminando el mundo. Este año, después del "apocalipsis Covid" que puso en jaque al sector teatral, Patalano decidió hacer lo que toda su vida: ponerle belleza a la tristeza.
"Ni en la guerra habÃa pasado algo asÃ, porque la gente preferÃa morirse en un teatro que escondida en un agujero", dijo semanas después de tomarse un avión, soportar 18 horas de vuelo y aterrizar en Maldivas para oxigenarse.
"Yo vengo de la posguerra y cuando era chico me peleaba con los del club de Villa Ballester. Les decÃa: 'Ustedes no saben nada. No saben el paÃs que tenemos, cuatro climas, de todo'", se ponÃa efusivo el que "por unos metros del mapa no nació en Nápoles", el que de niño era "monaguillo top" en la Argentina por hablar latin y otras lenguas", el que no tuvo herederos hijos, pero sà un batallón de su sangre, dos hermanas, ocho sobrinos y decenas de parientes entre sobrinos nietos y sobrinos bisnietos.
Cada domingo de Pascua compartÃa con ellos y varios actores un huevo de chocolate de 80 kilos cuyo molde mandó a hacer especialmente. Uno de sus lemas: "La plata no sirve si no se comparte".
Don Patalano padre llegó a Buenos Aires dos años antes que el resto de la familia. Mandó a llamar a su esposa, su hijito Lino de tres años, y otras dos hijas, y todos abandonaron Gaeta, Lazio, y atravesaron el rÃo Po nevado antes de embarcarse en la tercera clase de un trans-oceánico. En Buenos Aires, apenas asomó a la cubierta, la madre del niño se decepcionó con las aguas turbias: ¡Questo é un fiume (un rÃo) di merda!
El ebanista que coleccionaba estrellas
Lino de gira con Julio Bocca en Bangkok, en PekÃn, en Moscú, en Siberia. Lino en la India produciendo a Facundo Cabral. Lino en las pirámides de Egipto. Lino, Lino y Lino en lugares recónditos.
Con Enrique Pinti
Pudo haberse ido cien veces a otra parte y de modo definitivo, con su entusiasmo para las inversiones a cuestas, pero no. Algo encontró en estos pagos que no se repitió caminando el mundo. Este año, después del "apocalipsis Covid" que puso en jaque al sector teatral, Patalano decidió hacer lo que toda su vida: ponerle belleza a la tristeza.
"Ni en la guerra habÃa pasado algo asÃ, porque la gente preferÃa morirse en un teatro que escondida en un agujero", dijo semanas después de tomarse un avión, soportar 18 horas de vuelo y aterrizar en Maldivas para oxigenarse.
"Yo vengo de la posguerra y cuando era chico me peleaba con los del club de Villa Ballester. Les decÃa: 'Ustedes no saben nada. No saben el paÃs que tenemos, cuatro climas, de todo'", se ponÃa efusivo el que "por unos metros del mapa no nació en Nápoles", el que de niño era "monaguillo top" en la Argentina por hablar latin y otras lenguas", el que no tuvo herederos hijos, pero sà un batallón de su sangre, dos hermanas, ocho sobrinos y decenas de parientes entre sobrinos nietos y sobrinos bisnietos.
Cada domingo de Pascua compartÃa con ellos y varios actores un huevo de chocolate de 80 kilos cuyo molde mandó a hacer especialmente. Uno de sus lemas: "La plata no sirve si no se comparte".
Con China Zorrilla
Siguiendo esa filosofÃa, en 2016 festejó su cumpleaños en Italia. Se hizo cargo del pasaje y la estadÃa de 50 personas (entre familia y amigos, Eleonora Cassano, Marilina Ross, Sandra Mihanovich y más). No escatimó en hospedaje, en el hotel Serapo, con playa propia y vista al mar Tirreno. Contrató visitas guiadas a su casa natal y a la iglesia en que habÃa sido bautizado para terminar con una fiesta en la que su sobrina estaba caracterizada como Anita Ekberg (La dolce vita) y Lino coreaba a los gritos Honrar la vida.
Dueño del Maipo desde 1994, hace dos años se desprendió de una porción de esas acciones (los nuevos propietarios son Carla Calabrese y Enrique Piñeyro). "¿Si pensé que el teatro iba a desaparecer en pandemia? Jamás. Es el lugar donde más se respeta el protocolo y es el último acto vivo que nos queda. Va a sobrevivir y el futuro va a ser mejor, siempre pienso que el futuro será mejor, aunque nos vamos a tener que hamacar porque el planeta se está vengando", opinó Pasquale, al que en 1985 Julio Bocca pidió que lo representara. "No sé nada de ballet, sé de artistas populares", se excusó. Bocca lo contrató: "Yo quiero ser popular".
Siguiendo esa filosofÃa, en 2016 festejó su cumpleaños en Italia. Se hizo cargo del pasaje y la estadÃa de 50 personas (entre familia y amigos, Eleonora Cassano, Marilina Ross, Sandra Mihanovich y más). No escatimó en hospedaje, en el hotel Serapo, con playa propia y vista al mar Tirreno. Contrató visitas guiadas a su casa natal y a la iglesia en que habÃa sido bautizado para terminar con una fiesta en la que su sobrina estaba caracterizada como Anita Ekberg (La dolce vita) y Lino coreaba a los gritos Honrar la vida.
Dueño del Maipo desde 1994, hace dos años se desprendió de una porción de esas acciones (los nuevos propietarios son Carla Calabrese y Enrique Piñeyro). "¿Si pensé que el teatro iba a desaparecer en pandemia? Jamás. Es el lugar donde más se respeta el protocolo y es el último acto vivo que nos queda. Va a sobrevivir y el futuro va a ser mejor, siempre pienso que el futuro será mejor, aunque nos vamos a tener que hamacar porque el planeta se está vengando", opinó Pasquale, al que en 1985 Julio Bocca pidió que lo representara. "No sé nada de ballet, sé de artistas populares", se excusó. Bocca lo contrató: "Yo quiero ser popular".
Con Julio Bocca y Eleonora Cassano
Lecciones de vida
Las lecciones de vida llegaron a Pasqualino precozmente, mucho antes de que diera forma al café concert en espacios bautizados La Gallina Embarazada, El Gallo Cojo, El Pollito Erótico.
Cuando bajó del barco en el puerto de Buenos Aires tomó un tranvÃa que lo llevó a Lanús y arrancó una aventura. Para esa época ya estaba tomado por el recuerdo mágico que arrastraba de su tierra, el teatro de marionetas gigantes y tÃteres, que buscó reproducir con postes, tachos, arpillera y alambres.
El progreso encontró a los Patalano con la forma de una casa propia en Villa Ballester.
Lecciones de vida
Las lecciones de vida llegaron a Pasqualino precozmente, mucho antes de que diera forma al café concert en espacios bautizados La Gallina Embarazada, El Gallo Cojo, El Pollito Erótico.
Cuando bajó del barco en el puerto de Buenos Aires tomó un tranvÃa que lo llevó a Lanús y arrancó una aventura. Para esa época ya estaba tomado por el recuerdo mágico que arrastraba de su tierra, el teatro de marionetas gigantes y tÃteres, que buscó reproducir con postes, tachos, arpillera y alambres.
El progreso encontró a los Patalano con la forma de una casa propia en Villa Ballester.
A los 13 Lino se empleó en una carpinterÃa, pero vio manos y brazos de trabajadores mutilados por las máquinas, se asustó y abandonó. Soñaba con ser marinero, pero su madre le rogaba que no lo fuera; no podÃa con el recuerdo del barco hundido con media decena de primos a bordo.
El destino le propuso una navegación mejor. En su ingreso como cadete en el grupo Música Ligera de Riccordi, donde trabajaba su tÃo, empezó a frecuentar artistas y llegó el gran cruce con la dramaturga MarÃa Luz Regás. Ella le obsequió entradas para El rinoceronte, de Ionesco, en el San MartÃn, y no hubo dudas del fuego vocacional.
El destino le propuso una navegación mejor. En su ingreso como cadete en el grupo Música Ligera de Riccordi, donde trabajaba su tÃo, empezó a frecuentar artistas y llegó el gran cruce con la dramaturga MarÃa Luz Regás. Ella le obsequió entradas para El rinoceronte, de Ionesco, en el San MartÃn, y no hubo dudas del fuego vocacional.
Con Edda Diaz y Roberto Peloni
Le pidió trabajo a Regás, si era necesario "ad honorem" y se abrió una puerta. Comenzó escribiendo gacetillas, barrió y creció hasta que se lanzó como productor de Mercedes Sosa y otras figuras en el Regina.
La primera vez que vio a quien serÃa su "hermana tucumana del corazón", apareció en su departamento de Marcelo T. de Alvear "sin cita previa, con un ramo de rosas y una caja de marróns glacés" para convencerla de que hiciera su primer recital en un teatro. Le avisaron que "La Negra" estaba durmiendo la siesta. Lino no se fue. La esperó sentado en las escaleras del palier hasta que Mercedes despertó. "La Sosa" terminó cantando en el Regina.
Perseguidor compulsivo, otra "hermana" a la que persuadió fue a Ninà Marshall. "Estuvo seis meses detrás de ella para que hiciera café concert. Le hablaba y le hablaba, pero ella tenÃa miedo de estar tan cerca de la gente porque era tÃmida", cuenta la hija de NinÃ, Angelita Edelmann.
Le pidió trabajo a Regás, si era necesario "ad honorem" y se abrió una puerta. Comenzó escribiendo gacetillas, barrió y creció hasta que se lanzó como productor de Mercedes Sosa y otras figuras en el Regina.
La primera vez que vio a quien serÃa su "hermana tucumana del corazón", apareció en su departamento de Marcelo T. de Alvear "sin cita previa, con un ramo de rosas y una caja de marróns glacés" para convencerla de que hiciera su primer recital en un teatro. Le avisaron que "La Negra" estaba durmiendo la siesta. Lino no se fue. La esperó sentado en las escaleras del palier hasta que Mercedes despertó. "La Sosa" terminó cantando en el Regina.
Perseguidor compulsivo, otra "hermana" a la que persuadió fue a Ninà Marshall. "Estuvo seis meses detrás de ella para que hiciera café concert. Le hablaba y le hablaba, pero ella tenÃa miedo de estar tan cerca de la gente porque era tÃmida", cuenta la hija de NinÃ, Angelita Edelmann.
Con MartÃn Bossi al que llevó a España
"Era capaz de convencer a las piedras. A mamá la convenció y fue de las mejores cosas que hizo. Trabaja y trabaja y lo consigue con su sentido del humor, su inteligencia y su perseverancia. Hoy es un gran amigo de esta familia".
Ultimamente ya no fumaba cinco atados por dÃa. Abandonó el cigarrillo, pero no su vicio mayor, el teatro, aún en la era del 70% del aforo, el manual protocolar y los barbijos.
Tal vez organizar desde abajo un escenario, "esa ciencia no exacta", le permitió subsanar todo ese tiempo de niño sin juguetes. "Me entretenÃa con los muñecos del pesebre de Navidad".
"Era capaz de convencer a las piedras. A mamá la convenció y fue de las mejores cosas que hizo. Trabaja y trabaja y lo consigue con su sentido del humor, su inteligencia y su perseverancia. Hoy es un gran amigo de esta familia".
Ultimamente ya no fumaba cinco atados por dÃa. Abandonó el cigarrillo, pero no su vicio mayor, el teatro, aún en la era del 70% del aforo, el manual protocolar y los barbijos.
Tal vez organizar desde abajo un escenario, "esa ciencia no exacta", le permitió subsanar todo ese tiempo de niño sin juguetes. "Me entretenÃa con los muñecos del pesebre de Navidad".
Como si no dimensionara el arco narrativo de toda esa vida novelesca, el hombre de los más de 200 espectáculos producidos- no querÃa un libro biográfico. PreferÃa guardarse esa pelÃcula increÃble y continuar defendiendo a capa y espada la república teatral, aún cuando apareció la variable "variante Delta" y los números hablaban del peor momento.
"Yo querÃa ser misionero en la India y mirá la misión que tuve. Le digo al pequeño soñador que no tiene esperanzas que tarde o temprano la embocás. El teatro es ilusión y si no tenés ilusión, dedicate a otra cosa".